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Cuenta con dos millones de años luz de tamaño
El desarrollo de telescopios cada vez más potentes y dotados de una
gran sensibilidad viene permitiendo captar espectaculares imágenes del
Universo que nos rodea y de recopilar información de sus galaxias más
lejanas. Ahora, con la ayuda del telescopio Keck I situado en lo alto
del volcán Mauna Kea en Hawai, se han podido captar las imágenes de una
nebulosa azulada, la cual podría ser parte de la malla de filamentos que
conectan unas galaxias con otras. Aunque su existencia está predicha
teóricamente, esta malla no había sido observada hasta la fecha.
La nebulosa rodea al cuásar UM287, una galaxia remota cuya luminosidad es inmensa. Su composición podría servir para verificar la teorías sobre el modelo cosmológico estándar de formación de estructuras en el universo.
«La evolución de nuestro universo desde el Big Bang hasta nuestros días puede calcularse utilizando grandes ordenadores, teniendo en cuenta toda la información observacional disponible. De esta manera se predice que, a muy gran escala, las galaxias deben estar situadas en una especie de telaraña cósmica constituida por una malla de filamentos que se interconectan de manera aparentemente caótica», explica sobre la teoría el director de Rafael Bachiller director del Observatorio Astronómico Nacional.
El grupo internacional de astrónomos, dirigidos por S.Cantalupo y Xavier Prochaska de la Universidad de California en Santa Cruz (EEUU), han publicado su estudio en la revista «Nature» donde detallan que la nebulosa cuenta con dos millones de años luz de tamaño.
El autor principal, Cantalupo, muestra su sorpresa ante este nuevo descubrimiento afirmando que «se trata de un objeto muy excepcional: es enorme, por lo menos dos veces mayor que cualquier nebulosa detectada antes, y se extiende mucho más allá del entorno galáctico del cuásar», señala.
Prochaska, profesor de Astronomía y Astrofísica en la Universidad de California Santa Cruz, añade que «este cuásar ilumina gas difuso en escalas mucho más allá de cualquiera de los que hemos visto antes, lo que nos da la primera imagen de gas extendido entre las galaxias. Proporciona una visión excelente de la estructura general de nuestro universo».
De hecho, en las observaciones de la nebulosa, se puede ver la luz de color violeta y azulado
procedente de este gas, una vez tenida en cuenta la expansión del
universo. En realidad el hidrógeno emite una radiación Lyman Alfa
(ultravioleta invisible) pero, al `estirarse' las ondas por la expansión
del universo, cambia al rango visible como aparece en las fotografías.
Los astrónomos, además de utilizar el telescopio Keck I se sirvieron de un instrumento especial, el espectrómetro llamado `The Low Resolution Imaging Spectrograph?. Mejor conocido por sus siglas en inglés, el LRIS permite tomar espectros e imágenes de los objetos más distantes conocidos en el Universo.
Tras la obtención de la imágenes, los autores apuntan a que la cantidad de gas contenido en la nebulosa es diez veces mayor de lo que aparece en las simulaciones del ordenador. «Creemos que puede haber más contenido en pequeños núcleos densos dentro de la red cósmica de lo que se ve en nuestros modelos», teoriza Cantalupo. Sin embargo, Rafael Bachiller apunta que deducir a partir de estas observaciones la estructura de la malla cósmica es «muy aventurado» ya que «podría tratarse de una nube intergaláctica discreta que se encuentra en las proximidades del cuásar, y no necesariamente un trozo de filamento de la malla».
Este trabajo, concluye Bachiller «ilustra la potencia con la que cuentan los mayores telescopios del mundo, como los Keck en Hawái o el Gran Telescopio de Canarias que pueden revelarnos aún muchos detalles sobre la naturaleza y evolución del universo».
La nebulosa rodea al cuásar UM287, una galaxia remota cuya luminosidad es inmensa. Su composición podría servir para verificar la teorías sobre el modelo cosmológico estándar de formación de estructuras en el universo.
«La evolución de nuestro universo desde el Big Bang hasta nuestros días puede calcularse utilizando grandes ordenadores, teniendo en cuenta toda la información observacional disponible. De esta manera se predice que, a muy gran escala, las galaxias deben estar situadas en una especie de telaraña cósmica constituida por una malla de filamentos que se interconectan de manera aparentemente caótica», explica sobre la teoría el director de Rafael Bachiller director del Observatorio Astronómico Nacional.
El grupo internacional de astrónomos, dirigidos por S.Cantalupo y Xavier Prochaska de la Universidad de California en Santa Cruz (EEUU), han publicado su estudio en la revista «Nature» donde detallan que la nebulosa cuenta con dos millones de años luz de tamaño.
El autor principal, Cantalupo, muestra su sorpresa ante este nuevo descubrimiento afirmando que «se trata de un objeto muy excepcional: es enorme, por lo menos dos veces mayor que cualquier nebulosa detectada antes, y se extiende mucho más allá del entorno galáctico del cuásar», señala.
Prochaska, profesor de Astronomía y Astrofísica en la Universidad de California Santa Cruz, añade que «este cuásar ilumina gas difuso en escalas mucho más allá de cualquiera de los que hemos visto antes, lo que nos da la primera imagen de gas extendido entre las galaxias. Proporciona una visión excelente de la estructura general de nuestro universo».
Su principal componente es el hidrógeno
Gracias a la luz que emite el cuásar, cuya radiación procede principalmente de los efectos ocasionados por el agujero negro supermasivo que habita en su interior, los científicos han observado que la nebulosa de su entorno está compuesta de un gas difuso: hidrógeno, el principal componente que da lugar al nacimiento de las estrellas.
Cuásar UM287 rodeado por la nebulosa de unos 2 millones de años luz de tamaño
W. M. Keck Observatory
Los astrónomos, además de utilizar el telescopio Keck I se sirvieron de un instrumento especial, el espectrómetro llamado `The Low Resolution Imaging Spectrograph?. Mejor conocido por sus siglas en inglés, el LRIS permite tomar espectros e imágenes de los objetos más distantes conocidos en el Universo.
Tras la obtención de la imágenes, los autores apuntan a que la cantidad de gas contenido en la nebulosa es diez veces mayor de lo que aparece en las simulaciones del ordenador. «Creemos que puede haber más contenido en pequeños núcleos densos dentro de la red cósmica de lo que se ve en nuestros modelos», teoriza Cantalupo. Sin embargo, Rafael Bachiller apunta que deducir a partir de estas observaciones la estructura de la malla cósmica es «muy aventurado» ya que «podría tratarse de una nube intergaláctica discreta que se encuentra en las proximidades del cuásar, y no necesariamente un trozo de filamento de la malla».
Este trabajo, concluye Bachiller «ilustra la potencia con la que cuentan los mayores telescopios del mundo, como los Keck en Hawái o el Gran Telescopio de Canarias que pueden revelarnos aún muchos detalles sobre la naturaleza y evolución del universo».
Malla de filamentos. W. M. Keck Observatory