El famoso astrofísico británico ha explicado en Tenerife su teoría sobre la posible destrucción de todo el Cosmos a cargo de la partícula más buscada.
El auditorio se llenó por completo para escuchar su intervención en Starmus, el festival de Astronomía y música que se celebra estos días en Canarias. Bajo el sencillo y a la vez estremecedor título de «el Universo como un holograma», Stepen Hawking comenzó su charla. Minutos antes, los asistentes se preguntaban si se referiría a sus últimos trabajos y a la posible destrucción de todo el Universo a manos del Bosón de Higgs, la partícula que confiere a la materia su masa. Pero Hawking no empezó por ahí.
«Pueden oírme?» dijo con su inconfundible voz metálica. «Quiero hablar del Universo como si fuera un holograma, un objeto en dos dimensiones». Justo antes, el tema de Atoma «Hole in the sky» sonaba a todo volumen al tiempo que un vídeo mostraba a Hawking. Todo un espectáculo dentro del espectáculo. [Lea aquí el discurso completo de Stephen Hawking]
«Pero la historia del Universo es la de un objeto Tridimensional que evoluciona en el tiempo, es decir, que es tetradimensional». Por lo que se puede representar como un holograma en una superficie tridimensional.
«A principio de los sesenta adujo Hawking- hubo un gran debate sobre si el Universo había empezado en un tiempo finito. De ser así, la pregunta inevitable es ¿Qué había antes?» Con su inimitable sentido del humor, Hawking se refirió a la célebre pregunta que le hicieron a San Agustín. «¿Qué estaba haciendo Dios antes de crear el Universo? Estaba preparando el Infierno para los que preguntaban cuestiones de este tipo». La teoría alternativa era que el Universo había existido eternamente, lo que creía Aristóteles, porque algo eterno era más perfecto y porque eso evitaba cuestiones incómodas sobre la Creación.
En los sesenta, Hawking y Penrose demostraron que el Universo tenía que haberse creado a partir de una singularidad, «un sitio donde las ecuaciones de la relatividad general no se pueden definir. En consecuencia, la relatividad general clásica no puede predecir cómo debió empezar el Universo. Esta conclusión hacía feliz al Papa Juan Pablo II.»
Pero las cosas han cambiado, y ahora sí que empieza a dibujarse una posibilidad. Para Hawking, «El problema de qué pasa al principio del tiempo es similar a la pregunta de qué pasaba en el borde del mundo cuando la gente pensaba que la Tierra era plana. ¿El mundo es un plato plano, con el mar cayendo por el borde? Eso lo he comprobado de forma experimental. He viajado alrededor del mundo ¡y nunca he caído por el borde! Como todos sabemos, el problema de qué pasa en el borde del mundo se resolvió cuando la gente se dio cuenta de que la Tierra no era un plato plano, sino que tiene una superficie curvada».
Por lo tanto, para Hawking «Preguntar qué pasó antes del inicio del Universo sería una pregunta sin sentido porque no hay nada más al sur que el polo sur. El tiempo imaginario, medido en grados de latitud, tendría un punto cero en el polo sur. «Pero el polo sur no es muy diferente de cada punto en la Tierra, o por lo menos eso es lo que me cuentan».
Y llegó el momento más esperado, su explicación sobre por quéel campo de Higgs podría destruir el Universo. «Observaciones recientes del campo de Higgs han suscitado la posibilidad de que el campo podría no estar en el estado más bajo de energía. Si ése fuera el caso, el campo estaría en un estado de «falso vacío». Podría decaer a un vacío verdadero por fluctuaciones cuánticas, dando lugar a una burbuja de vacío verdadero, que se expandiría a la velocidad de la luz. No lo veríamos acercándose, pero sí nos golpeara, nos destruiría por completo. Afortunadamente, el tiempo de escala del decaimiento del falso vacío es, probablemente, más largo que la edad del Universo».
Hawking se refirió después al satélite Planck y al mapa de alta resolución de las fluctuaciones de temperatura del Universo temprano, alrededor de las cuales se pudo ir agrupando la materia en forma de estrellas y galaxias. Fluctuaciones que parecen ajustarse como un guante a los modelos que predicen un periodo de inflación al principio del Universo, durante el cual éste creció de forma explosiva durante unas pocas fracciones de segundo, tiempo suficiente para las distintas zonas del Universo naciente se separaran de forma casi instantánea.
Si esto hubiera sido así, se habrían generado poderosas ondas gravitacionales que deberían ser detectables en la actualidad. Hawking recordó los esperanzadores resultados anunciados en marzo por los científicos del Detector BICEP2, que desde la Antártida anunció la posible detección de las primeras ondas gravitacionales, lo cual confirmaría el modelo inflacionario del Universo.
Sin embargo, ayer mismo un equipo de investigadores de la misión Planck ponía en duda esos resultados y los achacaba a las interferencias producidas por el polvo cósmico.
Pero Hawking no quiere perder la esperanza. Por eso ha apostado con Neil Turok que las ondas gravitacionales serán detectadas. «Si eso se confirma con observaciones en el futuro, la gravedad cuántica estaría inscrita en el cielo y representaría un holograma del Universo que implicaría energías mucho más altas que ningún acelerador de partículas. Mejor aún, ¡ganaré 200 dólares….canadienses».
Un ciudadano llamado Hawking
Resulta curioso encontrarse con Stephen Hawking en el desayuno. A apenas un par de mesas de distancia, en la cafetería del Ritz Carlton Abama, en Canarias, donde estos días se celebra el festival astronómico Starmus, el genio de la física, el hombre que logró encerrar al Universo en el interior de la mente humana, desayuna tranquila y discretamente. Eso si, ayudado en todo. momento por sus Inseparables asistentes.
Hawking está mucho más débil que la última vez que nos encontramos. Entonces, en su pequeñísimo y abarrotado despacho de la Universidad de Cambridge, el físico aún podía mover una mano, para pulsar una y otra vez el único botón del dispositivo que le permitía ir seleccionando letras, palabras y frases de una serie de menús de la pantalla que siempre tiene delante. Ahora ya ni siquiera puede realizar ese leve movimiento. Y las palabras las selecciona gracias a algunos de los pocos músculos de su cuerpo que aun responden a su voluntad, los de su cara.
De pronto, su inconfundible voz metálica se alza entre el murmullo general y el repiqueteo de las cucharillas de café. «Yes». Una sola palabra, Alta, clara, pero más que suficiente para que sus ayudantes sepan lo que deben hacer.
Tampoco se perdió el genio la cena de gala de la noche anterior, y no ha dejado de asistir ni a una sola de las conferencias de Starmus. Las escucha mezclándose entre las filas de los asistentes, sin protocolos ni lugares especiales. Siempre llega el primero, aunque tenga que estar largos minutos esperando fuera de la sala, antes de cada ponencia. Resulta admirable que una persona con tan tremendas limitaciones no se ahorre ni un solo evento, reunión, ágape o reunión del festival.
Tampoco rehuye el científico el contacto directo con la gente. Y resulta fácil, por ejemplo, pararle en cualquier parte para hacerse una foto con él o, sencillamente, saludarle.