Artículo publicado por Adrian Cho el 1 de octubre de 2015 en Science Magazine
El espacio vacío es de todo menos vacío,
de acuerdo con la mecánica cuántica: en lugar de la nada, bulle con
partículas cuánticas que aparecen y desaparecen continuamente. Ahora, un
equipo de físicos afirma haber medido directamente dichas
fluctuaciones, sin perturbarlas o amplificarlas. Sin embargo, otros
dicen que no está claro qué mide exactamente el nuevo experimento — que
podría encajar con un fenómeno que se origina en el famoso principio de
incertidumbre de la mecánica cuántica.
“Existen muchos experimentos que han
observado los efectos indirectos de las fluctuaciones del vacío”, señala
Diego Dalvit, teórico en el Laboratorio Nacional de Los Álamos en Nuevo
México, que no estuvo implicado en el trabajo actual. “si éste [nuevo
experimento] es correcto, sería la primera observación directa de [las
fluctuaciones] de campo”.
Gracias al principio de incertidumbre,
el vacío bulle con pares de partículas-antipartículas que aparecen y
desaparecen. Incluyen, entre muchos otros, los pares electrón-positrón y
pares de fotones, que son sus propias antipartículas. Normalmente, esas
partículas “virtuales” no pueden captarse directamente. Pero, como un
fantasmal coro griego, ejercen sutiles influencias sobre el mundo
“real”.
Por ejemplo, los fotones virtuales que
aparecen y desaparecen constantemente producen un campo eléctrico
fluctuante. En 1947, los físicos encontraron que el campo cambia los
niveles de energía de un electrón dentro de un átomo de hidrógeno y, por
tanto, el espectro de radiación que emite el átomo. Un año más tarde,
el teórico holandés Hendrik Casimir predijo que el campo también
ejercería una sutil fuerza sobre dos placas de metal separadas por un
pequeño espacio, comprimiéndolas hasta unirlas. Esto se debe a que el
campo eléctrico debe desaparecer en la superficie de las placas, por lo
que sólo ciertas ondas del campo eléctrico pueden encajar entre ambas
placas. Por contra, más ondas pueden empujarlas desde el exterior
ejerciendo una fuerza neta. El efecto Casimir se observó por primera vez en 1997.
Pero ahora, Claudius Riek, Alfred Leitenstorfer, y sus colegas de la Universidad de Konstanz, en Alemania, dicen que han observado directamente esas fluctuaciones del campo eléctrico, cartografiando su influencia sobre una onda de luz.
El experimento se basa en una técnica desarrollada para estudiar un
pulso de luz más largo usando uno más corto disparando ambos
simultáneamente a través de un cristal (ver diagrama de arriba). El
pulso “de bombeo” más largo se polariza horizontalmente, lo que
significa que el campo eléctrico en él oscila hacia los lados. El pulso
“de sondeo” más corto se polariza verticalmente. Sin embargo, las
propiedades del cristal dependen del campo eléctrico del mismo, por lo
que el haz de bombeo provoca un cambio en la polarización del haz de
sondeo que surge a partir del cristal trazando un patrón elíptico.
Ajustando la sincronización de los pulsos, los investigadores pueden
usar el efecto de polarización para cartografiar las oscilaciones del
campo eléctrico en la onda de bombeo.
Pero las propias fluctuaciones del vacío
afectarán al cristal y, por tanto, a la polarización del pulso de
sondeo, señala Leitensdorfer. Por tanto, para medir las fluctuaciones
del campo del vacío, “sólo pusimos el pulso de sondeo, y nada más”. De
media, la polarización del pulso de sondeo aislado permaneció vertical.
Pero a lo largo de muchas repeticiones variaba ligeramente, y este ruido
era la señal de las fluctuaciones del vacío, según dice el equipo.
Observar el efecto no es una hazaña
menor, dado que la polarización también varía debido a los cambios
aleatorios del número de protones de cada pulso, o “ruido de disparo”.
Para distinguir entre ambos, los físicos variaron la duración y anchura
del pulso, pero no el número de fotones en el mismo. El ruido de disparo
debería mantenerse constante, mientras que el ruido debido a las
fluctuaciones cuánticas debería menguar conforme el pulso aumenta. Los
investigadores apreciaron un cambio en el ruido, un efecto que atribuyen
a las fluctuaciones del vacío.
Algunos físicos se cuestionan lo que
realmente mide el nuevo experimento, no obstante. Los investigadores
asumen que las propiedades ópticas fluctuantes del cristal reflejan las
fluctuaciones del vacío, señala Steve Lamoreaux, físico de la
Universidad de Yale y uno de los primeros en observar el efecto Casimir.
Pero las variaciones en las propiedades ópticas del cristal podrían
tener otro origen, como las fluctuaciones térmicas. “Las propiedades del
material fluctuarán por sí mismas”, apunta, por tanto “¿cómo atribuir
estas fluctuaciones sólo al vacío?”.
Además, el grupo de Leitenstorfer no es
el primero en estudiar directamente tales fluctuaciones. En 2011,
Christopher Wilson, físico en la Universidad de Waterloo, en Canadá y
sus colegas, informaron en Nature de que habían aumentado las
fluctuaciones del vacío y las habían convertido en fotones reales. En
principio, esto puede hacerse acelerando un espejo que se mueve adelante
y atrás hasta casi la velocidad de la luz. Wilson usó una analogía más
práctica: un sistema en el cual la longitud efectiva de una pequeña
cavidad superconductora podría modificarse electrónicamente.
Leitenstorfer señala que el nuevo experimento se diferencia del
de Wilson en que no requiere la amplificación de las fluctuaciones.
Wilson responde que: “Aunque estoy de acuerdo en que es una diferencia,
no creo que sea fundamental”.
Leitenstorfer sostiene que el nuevo
trabajo ofrece un avance cualitativo sobre los anteriores. “Claramente,
hemos dado un paso adelante en comparación con el resto en lo que
respecta a medir la amplitud del campo eléctrico del vacío cuando
fluctúa en el espacio y el tiempo”, señala. Otros no parecen tan seguros
de elloFuente: http://www.cienciakanija.com/2015/11/28/se-observan-tal-vez-extranas-fluctuaciones-cuanticas-del-espacio-vacio/