Artículo publicado por Signe Brewster el 20 de enero de 2016 en Symmetry Magazine
La misteriosa partícula podría tener la clave de por qué la materia prevaleció sobre la antimateria en los inicios del universo.
Casi todas las partículas tienen un
homólogo de antimateria: una partícula con la misma masa pero carga
opuesta, entre otras características.
Esto parece aplicarse a los neutrinos,
minúsculas partículas que nos atraviesan constantemente. A partir de las
partículas liberadas cuando un neutrino interactúa con la materia, los
científicos pueden discernir si han captado un neutrino contra un
antineutrino.
Pero ciertas características de los
neutrinos y los antineutrinos hacen que los científicos se pregunten:
¿Son los mismos? ¿Son los neutrinos sus propias antipartículas?
Esto no es una novedad. Los gluones e
incluso los bosones de Higgs se cree que son sus propias antipartículas.
Pero si los científicos descubren que los neutrinos son sus
antipartículas, podría darnos una pista sobre por qué tienen esa masa
tan minúscula — y si desempeñaron un papel en un universo predominado
por la materia.
Dirac contra Majorana
La idea de antipartícula procede de
1928, cuando el físico británico Paul Dirac desarrolló lo que se ha
llegado a conocer como ecuación de Dirac. Su trabajo buscaba explicar
qué sucedía cuando los electrones se movían a una velocidad cercana a la
de la luz. Pero sus cálculos dieron como resultado un extraño
requisito: que los electrones, a veces, tenían energía negativa.
“Cuando Dirac escribió su ecuación es
cuando supo que las antipartículas existían”, señala André de Gouvêa,
físico teórico y profesor en la Universidad Northwestern. “Las
antipartículas son una consecuencia de su ecuación”.
El físico Carl Anderson descubrió el
compañero de antimateria del electrón que Dirac previó en 1932. Lo llamó
positrón – una partícula como el electrón, pero con una carga positiva.
Dirac predijo que, además de tener
cargas opuestas, los homólogos de antimateria deberían tener otra
característica opuesta, conocida como quiralidad, que representa una de
las propiedades cuánticas inherentes que tiene una partícula. Cada
partícula puede tener una quiralidad dextrógira o levógira.
La ecuación de Dirac permitió que
neutrinos y antinetrinos fuesen partículas distintas y, como resultado,
eran posibles cuatro tipos de neutrinos: neutrinos con quiralidad
levógira y dextrógira, y antineutrinos también con ambas quiralidades.
Pero si los neutrinos no tenían masa,
como pensaban los científicos en aquella época, sólo se requeriría la
existencia de neutrinos levógiros y antineutrinos dextrógiros.
En 1937, el físico italiano Ettore
Majorana debutó con otra teoría: neutrinos y antineutrinos eran en
realidad lo mismo. La ecuación de Majorana describía que los neutrinos,
si después de todo tenían masa, podrían convertirse en antineutrinos, y
viceversa.
El desequilibrio materia-antimateria
Si la masa del neutrino era cero o no,
siguió siendo un misterio hasta 1998, cuando los experimentos
Super-Kamiokande y SNO hallaron que realmente tenían una masa muy
pequeña — un logro reconocido con el Premio Nobel de Física de 2015.
Desde entonces, han surgido experimentos en Asia, Europa y Norteamérica
buscando pistas de que el neutrino es su propia antipartícula.
La clave para encontrar esta prueba es
algo llamado conservación del número leptónico. Los científicos
consideran una ley fundamental de la naturaleza que el número leptónico
se conserve, lo que significa que el número de leptones y antileptones
implicados en una interacción debería ser igual antes y después de que
tenga lugar dicha interacción.
Los científicos creen que justo después
del Big Bang, el universo debería haber contenido las mismas cantidades
de materia que de antimateria. Los dos tipos de partículas deberían
haber interactuado, cancelándose gradualmente entre sí hasta que no
quedase más que energía. De algún modo, no es así como sucedió.
Descubrir que el número leptónico no se
conserva abriría una puerta que permitiría el actual desequilibrio entre
materia y antimateria. Y las interacciones entre neutrinos podrían ser
el lugar donde encontrar dicha puerta.
Desintegración doble beta sin neutrinos
Los científicos están buscando la
violación del número leptónico en un proceso conocido como
desintegración doble beta, dice el teórico de SLAC Alexander Friedland,
que está especializado en el estudio de los neutrinos.
En su forma más común, la desintegración
doble beta es un proceso en el cual un núcleo se desintegra en un
núcleo distinto y emite dos electrones y dos antineutrinos. Esto
equilibra la materia y antimateria leptónica antes y después del proceso
de desintegración, por lo que se conserva el número leptónico.
Si los neutrinos son sus propias
antipartículas, es posible que los antineutrinos emitidos durante la
desintegración doble beta pudiesen aniquilarse entre sí y desaparecer,
violando la conservación del número leptónico. Esto es lo que se conoce
como desintegración doble beta sin neutrinos.
Dicho proceso sería favorable a la materia sobre la antimateria, creando un desequilibrio.
“Teóricamente, provocarían una profunda
revolución en nuestra comprensión de dónde logran su masa las
partículas”, señala Friedland. “También nos diría que hay una nueva
física a unas escalas de energía altísimas — que hay algo nuevo más allá
del Modelo Estándar que conocemos y queremos”.
Es posible que neutrinos y antineutrinos
sean diferentes, y que haya dos estados para los neutrinos y otros dos
para los antineutrinos, como se requiere en la ecuación de Dirac. Los
dos estados que faltan podrían ser tan esquivos como para que los
físicos aún no los hayan observado.
Pero observar las pruebas de una
desintegración doble beta sin neutrinos sería una señal de que Majorana
tuvo la idea correcta — neutrinos y antineutrinos son lo mismo.
“Son experimentos muy complejos”, señala de Gouvêa. “Son similares a
los experimentos de materia oscura, en el sentido de que tienen que
realizarse en entornos muy tranquilos con detectores muy limpios y sin
radiactividad salvo la del núcleo que tratas de estudiar”.
Los físicos aún están evaluando su comprensión de las esquivas partículas.
“Ha habido tantas sorpresas procedentes
de la física de neutrinos”, apunta Reina Maruyama, profesor de la
Universidad de Yale asociado al experimento CUORE sobre desintegración
doble beta sin neutrinos. “Creo que es realmente apasionante pensar en
lo que no sabemos”.
Fuente: http://www.cienciakanija.com/