Los rumores eran ciertos. Después de décadas de trabajo, la comunidad científica celebra por fin la esperadísima detección de las ondas gravitacionales que Albert Einstein predijo hace un siglo en su Teoría de la Relatividad General. Era la única parte que no había sido detectada de forma directa. Pero el Observatorio gravitacional de interferometría láser LIGO (que comprende dos observatorios en EEUU en Livingston y Hanford) no es la única gran infraestructura científica construida para seguir el rastro a las ondas gravitacionales.
Hay otros proyectos muy ambiciosos en marcha, tanto observatorios terrestres como espaciales, para detectar este fenómeno, que los científicos definen como ondulaciones del espacio-tiempo generadas por la fusión de agujeros negros, explosiones de supernovas y otros sucesos muy violentos que ocurren en el Universo. Así, las ondas detectadas el pasado 14 de septiembre, y cuyo anuncio se ha producido este jueves, se originaron en el choque de dos agujeros negros situados a más de mil millones de años luz de la Tierra.
Entre esos grandes proyectos científicos en marcha están los observatorios terrestres VIRGO (en Italia) y KAGRA (en Japón), así como el futuro observatorio espacial eLISA, que la Agencia Espacial Europea planea mandar al espacio en los años 30.
Pero ahora que su existencia ha sido demostrada directamente, ¿cuál es el siguiente objetivo? ¿qué se va a hacer en esos detectores? "La detección de las ondas gravitacionales va a suponer una revolución en la física. Pero nuestra idea no es parar ahí. Va a ser una nueva herramienta para la astronomía, la astrofísica, la cosmología e incluso la física fundamental porque nos va a permitir estudiar objetos, como agujeros negros, de una forma diferente a la que se consigue con otros métodos que usan diferentes tipos de luz", explica en conversación telefónica Carlos Sopuerta, investigador principal del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC) en la misión LISA Pathfinder de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Detectar ondas gravitacionales desde el espacio
El satélite LISA Pathfinderfue lanzado al espacio el pasado 3 de diciembre -casualmente pocos días después de que se celebrara el centenario de la Teoría de la Relatividad General de Einstein- con el objetivo precisamente de ensayar la tecnología y evaluar si es viable la construcción de ese ambicioso observatorio espacial que será eLISA.
La ESA aportará mil millones de euros a esta futura gran misión científica , que comenzó a gestarse en los años 80. Por otro lado, los países miembros de la agencia europea aportarán instrumentos y financiación y la NASA, con la que originalmente se iba a construir de forma conjunta esa misión pero que finalmente la abandonó por cuestiones presupuestarias, también ha mostrado su interés en realizar aportaciones a eLISA.
Por lo que respecta a Lisa Pathfinder, Sopuerta señala que todo marcha según lo previsto. Ya se encuentra en su zona de trabajo, el punto de Lagrange L1, situado a 1,5 millones de kilómetros de distancia de la Tierra. La próxima semana se liberarán las dos masas que viajan en la nave (dos pequeños cubos macizos de oro y platino de dos kilos cada uno) que son el corazón del experimento de caída libre que se va a a llevar a cabo. Un láser muy preciso medirá la distancia entre ambos cubos para detectar cualquier distorsión.
Sopuerta asegura que los objetivos del futuro observatorio espacial eLISA y de los observatorios terrestres como LIGO, VIRGO o KAGRA son distintos: "Ocurre lo mismo que con la luz. Hay distintos tipos de luz (visible, infrarroja, ondas de radio, etc) y hacemos astronomía con todas ellas. Pero necesitamos un telescopio diferente para cada tipo de luz", compara.
Los observatorios terrestres LIGO, VIRGO o KAGRA podrán estudiar ondas gravitacionales que se produzcan en sistemas binarios, por ejemplo, que tengan dos agujeros negros, dos estrellas de neutrones o bien un agujero negro y una estrella de neutrones: "Tienen que ser agujeros negros de origen estelar, es decir, que han sido el resultado de la muerte de una estrella. Cuando explota, si es lo suficientemente masiva, puede convertirse en un agujero negro. Otras se convierten en una estrella de neutrones. Los observatorios terrestres también pueden detectar explosiones de supernovas, púlsares o detectar ecos del Universo primitivo", enumera el investigador.
Por su parte, el objetivo principal del futuro observatorio espacial eLISA serán lossistemas binarios de agujeros negros que tengan un millón de veces la masa de nuestro sol: "Son agujeros negros muy diferentes que no proceden de la formación estelar, sino de la colisión de galaxias, porque sabemos que a lo largo de la Historia del Universo las galaxias han sufrido colisiones entre ellas. Y sabemos que en en el centro de la mayor parte de las galaxias hay un agujero negro que tiene entre 4 y 5 millones de veces la masa del sol", señala Sopuerta.
"Vivimos un momento histórico", señala emocionado Iván Lloro, responsable deLISA Pathfinder en el IEEC. "Se inicia la era de la astronomía gravitacional porque por primera vez en la Historia tenemos disponibles telescopios que pueden observar esa radiación".
"Los observatorios terrestres como LIGO, VIRGO o KAGRA sólo pueden observar la banda de frecuencias por encima de 1 Hz debido al ruido sísmico que produce la propia Tierra en los equipos de medida. Sin embargo se sabe que las fuentes de ondas gravitacionales más interesantes se encuentran en la banda entre 1 mHz y 1 Hz (como por ejemplo, agujeros negros supermasivos orbitando entre ellos). Y aquí es donde entra LISA PathFinder y, su objetivo, eLISA, que será el primer telescopio de ondas gravitacionales en el espacio que será, además, el primero en ser capaz de observar en dicha banda de frecuencias", explica Lloro.
La concepción de la misión eLISA entraña una gran complejidad. Aunque el diseño definitivo no está decidido, la última propuesta consiste, básicamente, en tener tres naves espaciales situadas en una constelación triangular, es decir, como si fueran un triángulo equilátero y a una distancia de un millón de kilómetros. "En cada vértice hay una nave, y entra ellas irán enviándose luz láser", resume Carlos Sopuerta .
Y el histórico anuncio de este jueves de la detección de las ondas gravitacionales de forma directa en LIGO, asegura, no cambia sus planes ni la importancia de este gran proyecto europeo: "Contábamos con que lanzaríamos la misión 10 o 20 años después de que se localizaran en los observatorios terrestres. Nuestra justificación para lanzar este observatorio espacial no era detectar primero las ondas gravitacionales, sino hacer una astronomía diferente", asegura.
Iván Lloro confía en que "LISA PathFinder demostrará este año que la tecnología para construir eLISA es posible y funciona. Ya no queda argumento lógico alguno para demorar la construcción de la misión eLISA y escuchar al Universo en todo su esplendor", asegura.
Fuente: http://www.elmundo.es/ciencia/2016/02/11/56bcb56b46163f89498b45df.html